La feroz humanidad de Antonio Buero Vallejo

Antonio Buero Vallejo

La colección conocida como Obra Fundamental de la Fundación Banco Santander, ha publicado la correspondencia entre el escritor Vicente Soto y el dramaturgo Antonio Buero Vallejo durante 50 años.

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La historia del dramaturgo Antonio Buero Vallejo

coleccion obra fundamentalAntonio Buero Vallejo, el dramaturgo de quien celebramos el centenario de su nacimiento, aunque hasta ahora en el país ninguna de sus obras ha sido representada y el escritor Vicente Soto, actualmente olvidado a pesar de haber ganado el Premio Nadal en 1967 por su novela La zancada, conservaron una gran amistad desde el momento en que se conocieron, en 1946 en la tertulia del Café Lisboa- Madrid, cuando Buero recién  salía de la cárcel y después de 7 años encerrado por su militancia en el Partido Comunista y los artistas e intelectuales que encontraban armonía con un Soto que se marchó de su Valencia natal debido al acoso de las autoridades por su pasado republicano.

Curiosamente Soto fue quien mecanografió la obra de Buero y podemos suponer que ambos sostuvieron una conversación creativa al respecto, tal y como muestra Antonio Buero Vallejo y Vicente Soto.

El volumen, que fue editado por la Fundación Banco Santander en la Colección Obra Fundamental, incluye alrededor de 200 cartas de las 400 que se enviaron Soto y Buero durante medio siglo

Dos intelectuales frente a frente

La correspondencia inicia con la carta de Soto que data del 5-12-1954, que fue escrita a pocos meses de su llegada a Londres, a donde se mudó por sufrir una difícil situación económica, y finaliza con la muerte del dramaturgo Buero en el 2000.

En las cartas se muestran dos figuras que se complementan y se contraponen a la vez. Por una parte,  Buero fue forzado a quedarse en España debido a que por su paso por la cárcel, le quitaron su pasaporte, le quitaron su historia, la de un intelectual que forzosamente permanece en el interior y dentro de esa estreches que es la censura busca luchar por decir todo lo que le sea posible.

Por otro lado, Soto poseía una poderosa aptitud literaria, pero para persistir vio preciso trasladarse a Londres, por lo que desarrollo su carrera literaria en sus peores circunstancias, fuera del circuito periodístico, intelectual y editorial español.

Rodenas explica que Buero es el victorioso y en las primeras cartas se muestra un poco más atento que Soto, que traspasaba los límites de una relación meramente cortés. A medida que pasaban los años, la sinceridad de Soto acabo por conquistar a Buero.

En estas cartas vemos a un Buero totalmente desconocido, alejado de ese semblante serio y severo mostraba en público, en las cartas por el contrario es vital, alegre, interesado en las filosofías orientales, en la carrera espacial, en la ufología, practicante de yoga incluso dibujaba mandalas, además de ser inseguro con su obra.

El editor del libro explica que Buero dudaba acerca de lo que hacía y juzgaba severamente lo que escribía.

Además tenía un deseo de perfección que nunca creyó satisfacer por completo y unas dudas acerca de su posteridad que algunas veces mostraba con humor o de manera muy dramática, siendo un Buero humanamente feroz.